La cocaína es un esteroide criminal. Quienes tienen acceso a sus riquezas obtienen rápidamente ascenso y poder, por lo general dejando tras de sí una estela de violencia y corrupción. Y hoy, hay más oportunidades que nunca para acceder a la cocaína tanto en Latinoamérica como en Europa.

El tráfico de cocaína ha engendrado algunas de las estructuras criminales más poderosas y notorias del planeta. En Colombia, convirtió a una banda de desharrapados contrabandistas en el Cartel de Medellín, que declaró la guerra al Estado mismo. En México, convirtió a campesinos cultivadores de narcóticos en las cabezas de conglomerados criminales multinacionales de increíble influencia y poder.

*Este artículo hace parte de una investigación de otro capítulos que sigue la evolución del tráfico europeo de cocaína y las redes criminales latinoamericanas y europeas que lo han configurado. La serie es el producto de trabajo de campo e investigaciones a lo largo de dos años en más de 10 países de Latinoamérica, el Caribe y Europa. Lea los demás capítulos de la investigación aquí o descargue el informe completo aquí.

Aunque el mercado estadounidense fue en un inicio el principal motor de esta evolución criminal, durante las dos últimas décadas el creciente mercado europeo también ha tenido una participación importante. En Latinoamérica, el dinero de la cocaína procedente de Europa ha propiciado el surgimiento de redes de corrupción venezolanas como importantes traficantes transnacionales, mientras que en Brasil este ha convertido a una pandilla carcelaria en el cartel criminal de más rápido crecimiento de Suramérica. En Europa, entre tanto, aunque los traficantes de Galicia, España, y las mafias italianas fueron los primeros en beneficiarse, pronto se les sumaron otros, principalmente organizaciones criminales de los Balcanes.

Hoy en día, el tráfico europeo de cocaína está más democratizado y es más internacional a ambos lados del Atlántico, con redes que cooperan entre fronteras nacionales y étnicas. Y un boom de producción histórico ofrece más oportunidades que nunca para que estos actores pongan las manos en el esteroide de la cocaína, lo que agudiza la amenaza del crimen organizado en Europa.

El efecto esteroide latinoamericano

En 1976, Pablo Escobar fue detenido por tráfico de cocaína la primera vez, cuando la policía descubrió 39 kilos de cocaína ocultos en el neumático de un vehículo que había conducido desde Ecuador. En el momento de su segundo arresto, luego de quince años traficando incontables toneladas de cocaína a Estados Unidos y Europa, negoció su reclusión en una cárcel de lujo construida exclusivamente para él.

Entre esas dos capturas, fue elegido como congresista de Colombia, libró y ganó una guerra contra el gobierno y la policía, al ordenar cientos de asesinatos y ataques terroristas. Y ganó el dinero suficiente para asegurarse un lugar en la lista de multimillonarios de la revista Forbes por siete años consecutivos.

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Cuando Escobar finalmente negoció su sometimiento, fue solo después de que se suprimió la extradición de la legislación colombiana, con la condición de que él dirigiría su opulento lugar de reclusión.

En últimas, Escobar cayó, no porque el Estado lo derrotara, sino cuando se desató una guerra civil entre distintos elementos del Cartel de Medellín y mucha de su gente se pusiera en contra suya. Esos sublevados libraron una guerra sucia contra su red, usando las mismas tácticas de Escobar en contra suya y cooperando con los organismos de seguridad.

La caída de Escobar marcó la transición de carteles omnipotentes a federaciones de grupos traficantes más pequeños. Pero el tráfico de cocaína mantuvo su poder transformador.

Una de esas federaciones fueron los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una red de ejércitos particulares aliados, formados presuntamente con el objetivo de combatir la amenaza de las guerrillas marxistas, pero que en la mayoría de los casos estaban más interesados en el control del narcotráfico.

Las AUC usaron el esteroide de la cocaína para convertirse en la maquinaria militar narcotraficante más temida de la historia, mediante el empleo de violencia brutal y muchas veces indiscriminada para hacerse al control de cultivos de coca, laboratorios de procesamiento de cocaína e importantes arterias de tráfico. En su desmovilización en 2006, más de 30.000 combatientes depusieron las armas y su control de hasta una cuarta parte del país.

Cuando el control del negocio de la cocaína en Estados Unidos se trasladó a México en la década de 1990, le tocó el turno al crimen organizado mexicano de aprovechar el esteroide.

En la actualidad, el grupo narcotraficante más tristemente célebre es el Cartel de Sinaloa de México. Los sinaloenses comenzaron como cultivadores de narcóticos e ingresaron al tráfico de marihuana, pero fue el tráfico de cocaína lo que lo convirtió en lo que es hoy en día: una operación multimillonaria con conexiones con los escalones más altos del Estado mexicano e intereses criminales hasta en 50 países de todo el mundo.

Sin embargo, el tráfico de cocaína en Europa ha transformado la dinámica criminal, y sigue haciéndolo.

Una de las primeras rutas de tráfico importantes que surgió entre Europa y Colombia fue Venezuela, país que fue el principal punto de salida para la cocaína dirigida al Viejo Continente durante la primera década del siglo, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD). Las ganancias de por tráfico fueron esenciales para el surgimiento del Cartel de los Soles, una red de tráfico difusa, conformada por miembros de alto rango de las fuerzas de seguridad y el gobierno venezolano.

Inicialmente, el Cartel de los Soles no fue más que una coleción de pequeñas células de oficiales del ejército pagadas por traficantes para asegurar el paso de sus cargamentos.

“Su trabajo era simplemente dejar que los estupefacientes ingresaran y atravesaran el país, también vigilaban los cargamentos y los protegían de secuestros”, afirmó Mildred Camero, exdirectora de la Comisión Nacional de Venezuela contra el Consumo de Drogas Ilícitas (CONACUID), en intercambio con InSight Crime.

Sin embargo, cuando nadaban en el dinero de la cocaína europea, los rangos de los oficiales implicados subieron y su rol en el negocio también se hizo mayor. Hoy, el mismo presidente Nicolás Maduro, su familia y muchos de sus altos lugartenientes han sido acusados con cargos de narcotráfico.

“Ahora, el problema del narcotráfico va más allá de lo que se pueda imaginar”, afirma Camero.

Hoy en día, el principal puente de tráfico hacia Europa ya no es Venezuela, sino Brasil. También allí, el dinero de la cocaína ha transformado el hampa.

Las ganancias del tráfico hacia Europa han permitido que el grupo criminal más temido del país, el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), complete su transición de pandilla carcelaria a actor transnacional con influencia en Brasil, Bolivia y Paraguay, y se han ganado un puesto en la mesa principal del tráfico de estupefacientes.

El PCC ya era poderoso, pues no solo dirigía las prisiones, sino que también controlaba enclaves criminales y ostentaba economías criminales, como las ventas de narcóticos en extensas zonas de Brasil, especialmente en muchos de los barrios periféricos de las ciudades, conocidos como “favelas”. Su reciente explosión de crecimiento se debe en una parte no despreciable al control de varios corredores de cocaína, como el que viene de Bolivia pasando por Paraguay hasta el puerto de Santos, que abre lo que se ha convertido en una de las más importantes arterias de tráfico hacia Europa, según la Europol.

Fuentes de la policía en Brasil, que hablaron a condición de que se mantuviera su anonimato, describieron cómo el PCC cobra a los traficantes independientes por el uso de este corredor. Pero los grandes jefes —la cúpula— también han usado su control sobre las rutas y su creciente conexión con intermediarios de la cocaína y mafias internacionales, como la ‘Ndrangheta de Italia, para comenzar a mover sus propios cargamentos a Europa.

Europa consume el esteroide

Los efectos del esteroide de la cocaína también pueden verse en Europa, donde los primeros en probarlo fueron los traficantes de Galicia, España, y la mafia italiana.

Los gallegos evolucionaron rápidamente de contrabandistas de cigarrillos a capos de la droga, con tal poder de corrupción sobre políticos, jueces y fuerzas de seguridad locales que, para la década de 1990, el debate candente era la “sicilianización” de la región, en referencia al bastión de la mafia italiana en Sicilia. En Italia, el tráfico de cocaína convirtió a la ‘Ndrangheta de pariente pobre del hampa italiana al actor más rico y poderoso, aventajando bastante a la famosa Cosa Nostra.

Pero el mercado europeo no era ningún monopolio, y al ampliarse también se democratizó, brindando acceso al tráfico de cocaína a cualquier actor criminal lo suficientemente emprendedor para asegurarse un lugar en él. Entre estos han cobrado importancia los grupos del crimen organizado de los Balcanes, sobre todo de los estados de Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia, de la antigua Yugoslavia, así como Albania.

Las guerras de los Balcanes en los noventas abrieron la puerta para que el crimen organizado prosperara en la región. Se formaron redes para traficar con armas, personas y narcóticos, en su mayor parte heroína proveniente de Afganistán y Turquía. Los combates también endurecieron a la gente inclinándola a la violencia, les dieron experiencia y habilidades militares y criminales, y originaron una inmensa diáspora de miles de personas que huían del conflicto.

Pero no fue sino hasta después de que los criminales balcanos siguieran los pasos de los italianos y los gallegos en el tráfico de cocaína que se convirtieron en importantes actores transnacionales con presencia transatlántica.

Uno de los primeros en hacerlo fue Darko Saric, el “rey de la cocaína” en los Balcanes, quien replicó el modelo de la mafia italiana, construyendo redes no solo en Europa, sino también aguas arriba de la cadena de suministro.

perfil gráfico darko saric

La evidencia recopilada por los investigadores mostró cómo este exportó cocaína hacia Europa desde Argentina, Brasil y Uruguay, a la par que compilaba una lista de contactos criminales que incluía carteles criminales rusos, italianos y colombianos. También cultivó relaciones políticas en casa, de las que presuntamente hacen parte el primer ministro montenegrino Milo Djukanovic, y el ministro serbio de asuntos exteriores Ivica Dacic.

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Sin embargo, tras una cacería multinacional de varios años, Saric finalmente se sometió a las autoridades serbias en 2014 y fue sentenciado a 20 años de prisión.

En la actualidad no hay “reyes” del tráfico de cocaína en los Balcanes, al menos ninguno visible. En lugar de eso, los criminales balcanos aplican cada vez más un “modelo de negocios de colaboración masiva” para traficar cocaína de manera colectiva invirtiendo en cargamentos muy grandes, según el último informe anual sobre narcóticos en la UE.  Se juntan cargamentos de múltiples proveedores, y ahora los traficantes balcanos compran cocaína directamente en Colombia, República Dominicana, Ecuador, y sobre todo, en Perú y Brasil, antes de coordinar su envío por medio de puertos como el de Guayaquil, en Ecuador, y el de Santos, en Brasil.

Al llegar a Europa, las mafias balcanas reparten los cargamentos y los llevan a diferentes mercados en todo el continente, en algunos casos han llegado incluso a manejar el tráfico de “principio a fin”, comprando en Latinoamérica y vendiendo a nivel minoritario, como lo hacen ahora algunas redes albanesas en el Reino Unido, según una investigación de The Guardian.



En la actualidad, una de las redes balcanas más notorias es el cartel de Tito y Dino. Dirigida por Edin Gačanin, la organización tiene fuerte presencia en Dubái y los Países Bajos, y la policía bosnia cree que controla una tercera parte de la cocaína que ingresa por el puerto de Rotterdam. La Administración para el Control de Estupefacientes de Estados Unidos (DEA) considera la red como una de las 50 operadoras de narcotráfico más grandes del planeta.

El grupo es ahora uno de los actores internacionales más importantes de Perú, según declararon fuentes de inteligencia a InSight Crime.

perfil grafico tito y dino cartel

“Tito es el mayor comprador de Perú”, comentó un agente de inteligencia peruano, que habló en condición de anonimato. “Ha hecho conexiones con redes de envío en los puertos de Callao y Piura para enviar narcóticos a Europa”.

La red también tuvo un rol clave en la apertura de rutas desde Chile, agregó el agente.

“Migraron al puerto de Arica en Chile para enviar cargamentos de drogas a Europa”, señaló.

Fuentes antinarcóticos peruanas afirmaron que la organización antes trabajó con una de las redes de tráfico más consolidadas de Suramérica, el Cartel Andino, dirigido por el traficante ecuatoriano Pedro Bejarano, pero rompieron relaciones hace unos cinco años. Informes recientes indican que han prescindido del intermediario asegurando contratos de suministro exclusivo con cuatro clanes criminales peruanos que se dedican a la producción de cocaína.

Pero, según la Red de Informes sobre Crimen y Corrupción (KRIK) y el periodista investigador Stevan Dojcinovic, el cartel de Tito y Dino tampoco es el grupo criminal balcano más fuerte en Perú o Europa. Más grandes que ellos son los serbios de “Grupa Amerika”.

“Tito es un apodo pegajoso”, señaló Dojcinovic. “Todos los días se encontrarán cinco artículos sobre esto, pero la verdad es que hay actores mucho más grandes y peligrosos que Tito”.

Comandado por Mile Miljanić, Grupa Amerika nació hace treinta años en las calles de Belgrado, y se ha convertido en una de las redes serbias más poderosas de Suramérica. Sin embargo, la evidencia de la presencia de Grupa Amerika en la región es imprecisa, con solo un arresto de alto perfil vinculado al grupo. 

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Esto sucedió en julio de 2016, cuando la policía peruana capturó al veterano de la Guerra de los Balcanes Zoran Jaksic en la ciudad de Tumbes, cuando intentaba cruzar la frontera hacia Ecuador con más de 40 identidades falsas y 10 pasaportes en su equipaje.

Jaksic es sospechoso de traficar cientos de toneladas de cocaína a los Países Bajos y Bélgica, y era buscado en 25 países. Se había establecido en Argentina y compraba cocaína en Perú y Ecuador, luego la convertía a forma líquida y la exportaba a Europa en cargamentos de botellas de vino.

Grupos europeos como el de Tito y Dino, Grupa Amerika, la ‘Ndrangheta y los gallegos se han hecho enormemente ricos y poderosos gracias a la cocaína. Pero al contrario de los carteles mexicanos en Estados Unidos, ninguno de ellos tiene la capacidad de sacar a otros actores europeos del mercado.

Actores irlandeses, franceses, neerlandeses, turcos y belgas también juegan un papel importante en la cadena de suministro tanto aguas arriba como aguas abajo, e InSight Crime también ha recibido información sobre la creciente presencia de grupos de crimen organizado de Rusia y otros antiguos estados soviéticos en Latinoamérica.

Más aún, en un mundo del hampa cada vez más fluido, ninguno de estos grupos tiene la capacidad de manejar las rutas de la cocaína desde la producción hasta la venta al consumidor individual sin ayuda. En lugar de eso, están continuamente formando y disolviendo redes y alianzas con diferentes actores de todo el globo.

En este mundo del hampa democrático, descentralizado y multinacional, las redes criminales involucradas en el tráfico de cocaína están multiplicándose en ambos continentes. Y muchos de ellos ponen las manos en el esteroide de la cocaína subiendo en la cadena de suministros, y con ello aumentan sus ganancias. Todo lo que se necesita es dinero y los contactos correctos: un intermediario que pueda proveer la cocaína, y un especialista en logística que la trafique, sobre todo alguien que haya dominado el complejo mundo de los envíos en contenedores.

*La investigación para este artículo fue realizada por James Bargent, Douwe den Held y Owen Boed.