En Honduras, la MS13 ha pasado de extorsionar a los conductores de mototaxis a manejar sus propios parques de motocicletas y a controlar las organizaciones que expiden las licencias de funcionamiento, una muestra de la evolución de las redes extorsivas de la pandilla.

En las zonas rurales pobres que rodean a San Pedro Sula y en las ciudades aledañas, la MS13 ahora percibe lucrativas ganancias por medio de las cooperativas encargadas de expedir los números de autorización para los mototaxis, según un reportaje de La Prensa.

Los pandilleros adquieren motocicletas con las ganancias de la extorsión y el narcomenudeo, y las ponen en circulación con el sello legal de la cooperativa. Aun los dueños de taxis que no tienen relación con la pandilla se han afiliado a esas cooperativas, y pagan una cuota mensual de 1.000 a 2.000 lempiras (alrededor de US$40 a US$80) para tener permiso de trabajar en las rutas.

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Leandro Flores, jefe de la fuerza nacional antimaras, sector noroeste del país, afirmó que  Choloma, Villanueva y San Pedro Sula tienen barrios donde las organizaciones criminales tienen control total o parcial de las mototaxis.

Una cooperativa manejada por las pandillas en Choloma, un municipio que se ha extendido al norte de San Pedro Sula, tiene una flota de 150 vehículos que según se dice recibe unos 300.000 lempiras mensuales (poco más de US$12.000).

Los residentes que hacen uso de los taxis tienen conocimiento de que la MS13 dirige este negocio de transporte.

“En la colonia donde yo vivo, la MS13 es la dueña de la ruta”, declaró a La Prensa una mujer que vive en las afueras al sureste de San Pedro Sula. “Pero no todos los que manejan son mareros”.

Análisis de InSight Crime

Estas flotas de mototaxis propiedad de la MS13 muestran cómo la pandilla ha usado sus amplias redes de extorsión para pasar de ser ladrones callejeros a mafias más grandes.

La MS13 se ha lucrado por largo tiempo de la extorsión al transporte público en los países del Triángulo Norte de El Salvador, Guatemala y Honduras. La modalidad más común sigue siendo extorsionar a los operadores de autobuses. Si los dueños se rehúsan a pagar, sus conductores reciben amenazas o son asesinados.

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En Guatemala, por ejemplo, la extorsión a autobuses ha reportado a las maras hasta US$70 millones anuales. Los ataques letales a autobuses también han hecho de los oficios de los conductores una de las ocupaciones más peligrosas del mundo. Y para los guatemaltecos que deben usar los parques de transporte público viejos y caóticos, los traslados han pasado a ser trayectos siniestros, pues varios pasajeros han resultado muertos en asaltos de pandillas.

Los operadores de autobuses en El Salvador simplemente han llegado a considerar las extorsiones parte de su contabilidad formal, y deducen los pagos semanales de los salarios de los conductores.

La extorsión a los autobuses, sin embargo, también abrió la puerta a la MS13 al negocio del transporte público. Un informante en un caso en El Salvador, por ejemplo, reveló cómo un operador de autobuses se convirtió en intermediario de un jefe de la MS13, y le ayudó a conseguir autobuses propios mientras extorsionaba a propietarios de otras rutas.

En Honduras, los operadores han trabajado con las pandillas para comprar autobuses y lavar dinero. Las pandillas también han obligado a los conductores de autobuses que no pueden pagar cuotas extorsivas más elevadas a retirar sus vehículos de ciertas rutas para que la pandilla pueda introducir los suyos.

Un operador de transporte público declaró a La Prensa de Honduras que el mismo “dinero de la extorsión se usa para comprar autobuses”.

Dado que los barrios de Honduras donde operan mototaxis son también fortines de la MS13 es posible que la pandilla comenzara de manera similar, simplemente extorsionando a los conductores o dueños de mototaxis. Pero es claro que la pandilla vio una oportunidad al convertir la actividad extorsiva en una empresa legítima.

Lo interesante es que las cooperativas legales han suministrado el vehículo.