El mapeo satelital de la deforestación en la Amazonía peruana muestra cómo las actividades criminales amenazan la mayor selva húmeda tropical del mundo.

Imágenes compiladas por el Proyecto de Monitoreo del Amazonas Andino (MAAP, por sus iniciales en inglés) muestran cómo en 2018 la deforestación a mediana escala afectó grandes extensiones de selva húmeda en las regiones centro y sur de Perú. También destaca cinco puntos álgidos de deforestación en 2018, donde el sureste del país fue el más afectado.

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Tres de los cinco, La Pampa, la zona que circunda el Parque Nacional Bahuaja Sonene e Iberia, se encuentran en la región de Madre de Dios. En estos lugares, la deforestación es impulsada por la minería ilegal de oro, y por proyectos agrícolas, incluyendo algunas plantaciones en zonas restringidas para dicha actividad. Las demás áreas se reparten entre las regiones selváticas centrales de Ucayali y Huanaco y las selvas de Loreto, en el noreste, donde la agricultura ha reclamado grandes áreas selváticas, muchas de las cuales se encuentran en zonas clasificadas como forestales, donde esta no se permite.

Análisis de InSight Crime

En 2017 se talaron más de 155.000 hectáreas de bosque en Perú, según cifras del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR). Aunque algunos de estos fueron el resultado de actividades legales, gran parte de ello se debió a las economías criminales que derivan millones de dólares de la explotación de la Amazonía.

Como lo resaltan las imágenes del MAAP, una de las principales causas de la deforestación es la minería ilegal de oro desbordada en la región de Madre de Dios. Dirigida por clanes mineros criminales y motor de otras actividades de crimen organizado, como la trata de personas y el lavado de dinero, la minería ilegal no solo causa deforestación, sino también contaminación generalizada del Amazonas, por el uso de químicos como mercurio y el vertimiento de residuos.

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Perú también alberga un lucrativo negocio ilegal de madera. Los taladores ilegales que operan en regiones como Loreto, Ucuyali, Madre de Dios, San Martín y Huanaco, están empujando a ciertas especies al borde de la extinción en su afán por atender el mercado doméstico y mercados externos, como China. Detrás de los taladores están las mafias de traficantes de madera, muchos de quienes operan tras la fachada de empresas legales, y redes de corrupción que llegan a las entrañas del gobierno.

El tráfico de drogas también es un factor importante en la deforestación, pues el aislamiento de la selva constituye la pantalla perfecta para el cultivo de coca, y para las pistas de aterrizaje clandestinas usadas por aviones ligeros que sacan los narcóticos del país. El procesamiento de narcóticos también contamina el medio ambiente, mediante el vertimiento de químicos precursores tóxicos en los canales de agua amazónicos.

Incluso actividades en apariencia legales son muchas veces fachadas para la criminalidad y la corrupción en el Amazonas. Como lo muestra el MAAP, los proyectos agrícolas prestan poca atención al uso de la tierra y las restricciones a la deforestación, pues el despojo de tierras es fácil de legalizar gracias a la corrupción rampante. El tráfico de tierras también es generalizado, con un comercio ilegal de parcelas que luego se arrasan para cultivarlas.