Los contenedores marítimos hallados en puertos europeos con cantidades récord de cocaína vienen cada vez más de una fuente improbable: Paraguay, un país sin salida al mar.

El último decomiso —11 toneladas de cocaína descubiertas en el puerto belga de Amberes a comienzos de abril— llevó a una reciente seguidilla de operativos por parte de las autoridades paraguayas en propiedades y oficinas conectadas con cuatro firmas que estarían ligadas al envío, según un reportaje de Última Hora. Este fue uno de los mayores decomisos para el puerto de Amberes. La cocaína se encontró oculta en un cargamento de cuero que desembarcó de Villeta, puerto fluvial cerca de Asunción, capital de Paraguay.

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El puerto paraguayo también fue el punto de salida de cinco contenedores marítimos usados para el trasiego del cargamento récord de 16 toneladas de cocaína hacia Europa. El alcaloide, oculto en latas de yeso y pintura, fue encontrado en el puerto alemán de Hamburgo a finales de febrero. Los agentes alemanes lo calificaron como el mayor decomiso de la historia en Europa, con valor en las calles que oscilaba entre 1.500 y 3.500 millones de euros (US$1.800 y US$4.200 millones), según información recogida por la BBC.

Luego de esa incautación, las autoridades paraguayas allanaron las firmas transportadoras Envases Paraguayos y la fábrica Pinturas Tupa S.A., según información aparecida en Última Hora. La fábrica había hecho varios despachos recientemente a Europa y tenía latas de pintura similares a las usadas para esconder la cocaína, declaró Francisco Ayala, portavoz de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (SENAD).

El dueño de ambas empresas no fue puesto en custodia, pero ha declarado ante las autoridades, según notas de los medios. Envases Paraguayos alegó que la exportación fue alterada durante el trayecto.

Análisis de InSight Crime

El nuevo rol de Paraguay como trampolín para los cargamentos de cocaína hacia Europa es resultado de dos tendencias: el establecimiento de traficantes y bandas narco en el país y su búsqueda de nuevas rutas de droga transatlánticas.  

Por largo tiempo, Paraguay ha servido como punto de tránsito para la cocaína con destino a Brasil, cuyo mercado interno de consumidores es importante. En los últimos años, sin embargo, Brasil ha pasado a ser uno de los principales países que sirve como canal de distribución de narcóticos hacia Europa. Esto a su vez, ha convertido a Paraguay en escala importante para la cocaína que se trafica desde países productores, como Colombia, Perú y Bolivia.

Dado que gran parte de la cocaína que se trasiega fuera de Brasil bajo el control del mayor grupo del país —el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC)— los traficantes con vínculos con esta agrupación se han asentado a lo largo de la frontera entre Brasil y Paraguay.

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Pero los operativos adelantados este mes por la policía contra las firmas ligadas a las grandes exportaciones de cocaína apuntan a empresarios locales sin vínculos aparentes con el PCC, según observó Carlos Peris, científico político y experto en narcotráfico de la Universidad Católica de Asunción.

Las pistas de aterrizaje de narcoaviones se encuentran en Chaco, región de grandes haciendas ganaderas, agregó. Cada vez aterrizan más aviones cargados de cocaína procedentes de Bolivia en esta zona del interior del país.

Peris declaró a InSight Crime que los recientes sucesos implican que el “mercado está diversificándose” y que hay “élites empresariales implicadas”.

Los traficantes también han penetrado el país mediante sobornos a políticos y agentes de policía. InSight Crime publicó una investigación reciente sobre un legislador paraguayo acusado de proteger a un traficante y facilitar sus actividades ilícitas, lo que llevó a varios analistas de seguridad a advertir sobre la infiltración de los traficantes en las altas esferas del gobierno.

Mucha parte de la cocaína que se trafica hacia Europa sale de puertos brasileños. Pero últimamente Brasil ha trabajado para mejorar los controles, y los puertos europeos han redoblado las inspecciones de tipos de carga, como los productos agrícolas, que suelen usarse para ocultar narcóticos.

El resultado ha sido una búsqueda de nuevas rutas, en particular las que salen de países no productores o centros de transporte marítimo. Paraguay se ajusta a ese patrón; un país sin salida al mar, que en cierta forma pasa desapercibido, pero con una infraestructura de puertos fluviales.

El puerto de Villeta, el más grande del país, se abrió en 2018 para atender grandes barcos de contenedores, los mismos que los traficantes aprovechan para colar sus cargamentos.

No perdieron un minuto. En octubre de 2020, las autoridades paraguayas registraron un decomiso de 2,3 toneladas de cocaína camuflada en un contenedor de carbón vegetal. Fue el decomiso más grande conocido en el país en la última década.