Un reportaje reciente presenta desde una nueva perspectiva la dinámica del negocio de la droga en Costa Rica, lo que pone de relieve cómo los grupos criminales transnacionales han cooptado a personas e industrias locales para promover sus empresas criminales.

Una extensa investigación del medio informativo local La Nación muestra la importancia y creciente participación de Costa Rica como punto de tránsito de la cocaína proveniente de Suramérica con destino a Estados Unidos, Europa y otros mercados.

El reportaje revela cómo redes criminales, conformadas por costarricenses, mexicanos, colombianos y otros han aprovechado las condiciones estratégicas del lugar para traficar grandes cantidades de narcóticos a mercados de consumo importantes.

También explora los efectos negativos que ha tenido esta próspera industria ilícita sobre Costa Rica, por tradición uno de los países más estables y seguros de Centroamérica.

Logística interna

En el pasado se ha tenido noticia de la presencia de grupos criminales multinacionales, principalmente mexicanos y colombianos. Pero la investigación de La Nación subraya la importancia del apoyo local para facilitar la operación de las maquinarias criminales transnacionales.

Según el reportaje, los grupos narcotraficantes extranjeros muchas veces subcontratan a costarricenses para ayudar en la logística local. Los costarricenses recogen cargamentos de cocaína en puntos estratégicos en todo el país, en especial a lo largo de las costas del Pacífico y el Caribe, los almacenan y transportan dentro del país para su reenvío.

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El ministro de seguridad de Costa Rica Gustavo Mata declaró a La Nación que las agobiadas autoridades no logran detectar la mayor parte de la cocaína que pasa por el país.

“Esto es un sunami. Ellos aprovechan espacio aéreo, fronteras terrestres, [rutas] marítimas”, explicó. “Es un bombardeo constante. Mientras la policía encuentra un cargamento, tres o cuatro más están entrando”.

Con la avalancha de cocaína que pasa por Costa Rica, el consumo interno de la droga ha aumentado, quizás como resultado de la mayor cantidad del producto que permanece en el país.

Según el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia de Costa Rica, el porcentaje de ciudadanos que declaran el uso “reciente” de cocaína tuvo un repentino aumento de casi 600 por ciento en la última década, de 0,2 por ciento en 2006 a 1,1 por ciento en 2016.

Expertos en exportación

Además de los extensos litorales sobre el Atlántico y el Pacífico, Costa Rica ha resultado auspicioso para las narcotraficantes gracias a sus industrias agrícola y de transporte de productos lícitos.

La Nación informa que los traficantes han hecho especial uso del puerto de Limón, importante terminal portuaria nacional sobre el mar Caribe, donde el conflicto por el negocio de la droga se ha asociado con la creciente violencia. Con frecuencia se ocultan cargas de drogas en despachos de productos agrícolas de exportación.

Por ejemplo, en julio de 2011, las autoridades españolas decomisaron 37 kilogramos de cocaína escondidos en un cargamento de piña. La investigación posterior develó que la red responsable era dirigida por un colombiano que trabajaba con un costarricense, quien estaba a cargo de la compra y el despacho de la cocaína, mientras que un mexicano reclutaba a hombres de una ferretería local para ayudar con el trabajo.

La evidencia también indicó un alto grado de sofisticación por parte del grupo criminal. Se dice que los contenedores de embarque habían sido modificados por soldadores profesionales para crear un lugar para ocultar la cocaína.

Crédito: La Nación

(Crédito: La Nación)

La Nación destaca que el uso de exportaciones agrícolas para esconder la mercancía ilícita puede tener un impacto negativo en las industrias locales —por ejemplo, si se decomisa o estropea el producto.

Se dice que algunas empresas han comenzado a contratar personal de seguridad y a emplear cámaras, escáneres, perros antinarcóticos y otros métodos para detectar alteraciones en sus envíos. Pero el costo de esas medidas puede estar fuera del alcance de firmas transportadoras más pequeñas, lo que las hace más vulnerables a los narcotraficantes.

Hormigas y mulas

Además de aprovechar la industria exportadora en Costa Rica para el envío de grandes despachos de narcóticos, los traficantes también han manejado esquemas en menor escala en el país.

Un ejemplo es el método “hormiga” para el tráfico de drogas, que incluye el despacho de numerosas “mulas” con pequeñas cargas de drogas que puedan acumularse para hacer un gran total, lo que reduce el riesgo de pérdidas masivas cuando se incautan paquetes individuales. De hecho, entre 2012 y junio de 2016, las autoridades decomisaron 1,5 toneladas de cocaína de potenciales mulas de drogas y pasajeros en vuelos de aerolíneas comerciales.

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La Nación relaciona el éxito de este método en Costa Rica con la laxitud en sus protocolos de seguridad aeroportuaria. La agencia de noticias informa que entre 2010 y 2016 137 mulas con drogas lograron pasar los controles aeroportuarios en Costa Rica antes de ser interceptadas en el exterior.

El sistema de correos de Costa Rica también es propenso a ser usado para narcotráfico. Según La Nación, grupos criminales han infiltrado los servicios postales del país para asegurarse de que los paquetes con estupefacientes puedan evadir las inspecciones de seguridad.

‘Sin cacao no hay chocolate’

Las autoridades costarricenses han propuesto algunas medidas para combatir el crimen organizado en el país, como el refuerzo de la cooperación de las autoridades con países vecinos. Pero el impacto de esas medidas puede ser limitado.

Las fuerzas de seguridad de Costa Rica se han visto superadas por el auge del tráfico de cocaína, que alimenta simultáneamente a grupos criminales, quienes, según representantes del gobierno, son los culpables del alza en las tasas de homicidios. Y el país ha planteado algunas respuestas cuestionables, como el drástico acortamiento del tiempo de adiestramiento para los agentes de policía.

Aunque Estados Unidos ofreció un paquete de ayuda de US$30 millones a Costa Rica el año pasado, la escasez de recursos puede ser un obstáculo importante. Como informara La Nación el año anterior, la falta de dinero ha entorpecido la capacidad del país para llevar a cabo algunas de sus propuestas contra la delincuencia.

Como lo dijo en tono sarcástico un político en ese momento, “No se puede hacer chocolate sin cacao”.