Las pandillas de la capital haitiana Puerto Príncipe recogen adolescentes vulnerables y sin hogar para reclutarlos y usarlos cada vez más como soldados rasos en las guerras entre ellas que han obligado a la escuelas a cerrar y han sitiado barrios enteros.

Los menores sin hogar desaparecen de las calles y albergues ante la oferta de dinero y seguridad por parte de los grupos armados. Un albergue cerca del Palacio Nacional redujo la ocupación a casi el 10 por ciento de su capacidad, después de que las pandillas Ti Lapli, Bougoy y 100 Jours pusieran sus ojos en los menores albergados, según informó la agencia española de prensa EFE el 30 de mayo.

Las denuncias de reclutamiento de menores se conocen pocas semanas después de que la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU), Michelle Bachelet, expresara su preocupación por la violencia extrema que ejercen las pandillas en Puerto Príncipe, y el desplazamiento de miles de familias a causa de ella. La ONU señaló en un comunicado de prensa que las pandillas estaban usando menores como combatientes y asesinándolos por ser informantes de sus rivales. Las pandillas también imponen su control mediante la violencia sexual, una aberración que llega hasta la violación de niños desde los diez años de edad.

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Para comienzos de mayo, la violencia de las pandillas obligó al cierre de casi 1.700 establecimientos educativos, lo que privó a medio millón de niños de acceso a la educación, según denunció la UNICEF, el ente veedor de la ONU sobre los derechos de los niños.

“Dar a niños armas para luchar y usarlos como espías o soldados es una violación de los derechos de los niños y está condenado por leyes nacionales e internacionales”, declaró el representante de la UNICEF en Haití, Bruno Maes, en el comunicado.

La práctica de las pandillas haitianas de armar a menores llamó la atención a comienzos de abril, cuando circuló un video en redes sociales mostrando un niño que llevaba un rifle M4. En el video, el niño proclama que pertenece a su pandilla mientras esgrime el arma. El video se grabó en el disputado sector de Martissant, en la entrada a la capital por el sur.

Análisis de InSight Crime

En Haití, al igual que en países como Colombia, Argentina y México, las pandillas urbanas han usado tradicionalmente a menores de edad en tareas de apoyo, como vigías y mensajeros de armas o drogas. Pero la escalada de la guerra entre las pandillas de la capital haitiana ha llevado al reclutamiento forzado de muchos jóvenes para los enfrentamientos callejeros.

El reclutamiento de menores en Haití se hizo visible por primera vez a comienzos de los 2000, cuando las incipientes pandillas del país se aprovecharon del caos político y económico para reclutar a menores vulnerables. Las pandillas les ofrecían alimentos y protección, según un informe de la organización no gubernamental Child Soldiers International en 2008.

A cambio, el informe señala que los niños hacían de mensajeros, vigilaban a víctimas de secuestro e incluso ejecutaban misiones de sabotaje contra los cuerpos de paz de la ONU, como un caso en el que niños de corta edad cortaron los cables de los frenos a los tanques de la ONU en un operativo para arrestar a líderes de las pandillas.

Antes había combatientes menores de edad, pero eran relativamente raros. Anteriormente, muchos líderes de pandillas en Martissant ni siquiera permitían que hubiera menores cerca de sus soldados, según relató Eric Calpas, investigador que ha estudiado las pandillas en Haití. Hacia 2018, cuando la violencia de pandillas en Puerto Príncipe pasó de ser esporádica a una guerra criminal, Haití comenzó a ver un incremento importante de menores dotados con armas de fuego.

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“Hoy en día, debido a la situación de guerra … se ven forzados a ser mucho menos selectivos para el reclutamiento: adultos y adolescentes y niños desde los 10 y 12 años de edad”, señaló Calpas.

Dos puntos críticos para el reclutamiento de niños han sido los distritos donde son más álgidos los enfrentamientos: Martissant y Croix-des-Bouquets, donde los conflictos se han recrudecido desde mediados de 2021. Según Calpas, la pandilla más notoria de Haití, 400 Mawozo, es la que más recluta menores, usando la intimidación para obligarlos a unirse a sus filas para librar la su actual campaña expansionista en las zonas del norte del capital.

Sin embargo, la mayoría de los menores reclutados no necesitan la coacción, anota Calpas, pues buscan pertenencia emocional, como alimento y refugio. En este aspecto, se parecen más a los menores aspirantes a pertenecer a las pandillas centroamericanas como la MS13 que a los reclutas forzados de los grupos armados rurales en Colombia.

Algunos de los actuales líderes de pandillas haitianas fueron menores reclutas, observa Calpas, y señala la semejanza con muchos de sus homólogos centroamericanos.