La Pandilla Callejera 18, también conocida como «Barrio 18» , es una de las pandillas juveniles más grandes del hemisferio occidental, al igual que su rival más conocida, la Mara Salvatrucha (MS13).

Aunque cuenta con células o clicas que operan desde Centroamérica hasta Canadá, su presencia se ha debilitado bastante en El Salvador debido a la actual campaña del gobierno, que ha llevado a miles de sus miembros de manera sumaria a prisión, y a la clandestinidad o al exilio a quienes tuvieron la suerte de escapar.

Pese a todo, por sus miles de miembros repartidos a lo largo de cientos de kilómetros y su participación una amplia gama de actividades ilícitas, Barrio 18 sigue siendo una de las mayores amenazas criminales en Honduras y Guatemala.

Historia

Barrio 18 surgió como pandilla callejera en Los Ángeles. Aunque hay quienes sitúan sus orígenes a finales de los años cincuenta, el grupo comenzó a tomar su actual forma en los ochenta, luego de escindirse de la pandilla Clanton 14. Se hizo especialmente notoria por su participación en los disturbios en esa ciudad después de que los jueces absolvieran a varios policías que le propinaron una brutal golpiza al taxista afroestadounidense Rodney King.

En sus orígenes, las numerosas células del grupo, conocidas como «clicas», estaban conformadas exclusivamente por inmigrantes mexicanos del sur de California, y dominaban barrios como MacArthur Park, en el sector coreano del centro de Los Angeles, pero cuando otras nacionalidades latinas se unieron a la población inmigrante, Barrio 18 comenzó a reclutar miembros de variada procedencia, lo que facilitaría la propagación del grupo a otros países, especialmente de Centroamérica.

Las autoridades estadounidenses no han tenido mucho éxito en sus esfuerzos por frenar el crecimiento de la pandilla. A finales de los noventa, una fuerza especial conformada por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus iniciales en inglés) de Estados Unidos y la policía local detuvo a algunos de los principales líderes de Barrio 18. Sin embargo, esto no afectó mucho a la pandilla mientras que sí le dio una nueva base desde la cual operar y reclutar nuevos miembros: las prisiones federales.

Pese a los esfuerzos por aislar a los líderes de sus contactos en el exterior y de sus compañeros de reclusión, jefes de Barrio 18 como Francisco Martínez, alias «Puppet», idearon maneras para seguir operando desde adentro.

Algunos integrantes de Barrio 18 también se unieron a la Mafia Mexicana, la temida pandilla carcelaria que agrupó a pandillas callejeras del sur de California en un único y poderoso colectivo, apodado Los Sureños. Por fuera de la prisión, las pandillas se pelean entre sí; dentro forman una sola unidad bajo el mando de la Mafia.

Barrio 18 se expandió hacia el sur en Centroamérica y México, en gran medida como resultado de un cambio en las políticas de inmigración de Estados Unidos a mediados de los años noventa, que aumentó el número de cargos criminales por los cuales podría ser deportado a su país de origen una persona extranjera.

La nueva política se aplicó agresivamente a las pandillas en California, donde muchos miembros de Barrio 18 no tenían la ciudadanía estadounidense. Las deportaciones llevaron a una afluencia repentina de los miembros de la Barrio 18 en Centroamérica y México. Por esta razón, algunos sostienen que la política de Estados Unidos favoreció la propagación internacional de Barrio 18.

La respuesta de los gobiernos centroamericanos al aumento de la actividad pandillera también ha demostrado ser en gran medida contraproducente. A finales de los noventa, desde El Salvador, los gobiernos comenzaron a aprobar leyes más estrictas que penalizaban incluso la simple «asociación» con las pandillas. Las llamadas políticas de «mano dura» no hicieron más que fomentar el crecimiento de las pandillas al concentrar a muchos pandilleros en las cárceles, lo que los llevó a reorganizarse y reagruparse. En Centroamérica, el espacio dejado a las redes extorsionistas y pandillas dedicadas al secuestro por la debilidad de la fuerza pública y un entorno criminal relativamente abierto lo llenaron en parte Barrio 18 y la MS13 en la década del 2000..

Más aún, luego de una serie de hechos violentos en las cárceles entre Barrio 18 y la MS13, funcionarios salvadoreños separaron a los miembros de ambas pandillas. Eso permitió a los líderes redoblar su control sobre actividades delictivas, como la extorsión, desde el interior de las prisiones.

En las calles, las pandillas diversificaron sus actividades incursionando en el microtráfico. También comenzaron a operar de una manera más sofisticada, mediante el lavado de activos usando pequeños negocios, como lavado de autos, y tratando de controlar a la comunidad y a las organizaciones no gubernamentales con el fin de influir en las políticas a nivel local y, más adelante, nacional.

Hacia 2005, en El Salvador Barrio 18 sufrió una ruptura entre algunos miembros recluidos en las prisiones y otros en el exterior. El resultado de esa lucha intestina fue una división en dos facciones: “Los Revolucionarios” y “Los Sureños”. Esa división se mantiene hoy en día, peleándose con el mismo furor con el que enfrentan a la MS13.

La pandilla representa la mayor amenaza en los países centroamericanos como El Salvador, Guatemala y Honduras, donde la debilidad institucional y el gran número de las pandillas (en relación con la población general) han convertido al fenómeno de las «maras» en una amenaza importante para la seguridad nacional; las pandillas extorsionan sistemáticamente los medios de transporte público, desplazan comunidades enteras y se han infiltrado a la fuerza en el sistema político.

Esto se hizo más patente en marzo de 2012, cuando los cabecillas del grupo y sus rivales en la MS13 acordaron una «tregua» nacional, con la mediación de un delegado del gobierno y de la Iglesia católica. Como resultado del cese al fuego, las tasas de homicidios cayeron en el país.

A principios de ese año, El Salvador registraba 13 o 14 homicidios diarios, pero en los meses siguientes a la tregua esa tasa bajó a un promedio de seis diarios. A raíz de su éxito inicial, Honduras intentó implementar una tregua similar que resultó infructuosa.

Los líderes de ambos grupos han demostrado una alarmante habilidad para sacar ventaja de la importancia política que han adquirido, lo que agudiza los temores de que la iniciativa pueda brindarles un medio para avanzar en su sofisticación criminal y extender su influencia a todo el país. Para empeorar las cosas, se observó que la extorsión y las desapariciones siguieron aumentando en El Salvador durante la tregua, y los homicidios volvieron a repuntar a mediados de 2013 hasta alcanzar un pico en 2015, antes de una nueva caída.

La radical disminución de la tasa de homicidios de El Salvador desde 2019 volvió a poner a las pandillas del país en el centro de atención. Aunque los funcionarios estatales atribuyeron la disminución a su plan de seguridad nacional, múltiples notas de los medios de comunicación hablaron de un pacto informal entre sectores del gobierno de El Salvador y líderes de pandillas encarcelados, quienes supuestamente disminuyeron los asesinatos a cambio de mejores condiciones carcelarias.

El inicio de la pandemia de coronavirus en 2020 representó tanto oportunidades como desafíos económicos para la pandilla. Los pandilleros se unieron con los líderes del sindicato de vendedores callejeros de El Salvador para obtener recursos de ayuda del gobierno para los sectores afectados. En algunas zonas de Centroamérica, desde que se dieron los primeros confinamientos, la pandilla intentó ganar apoyo local dándoles a los comerciantes y otras víctimas de extorsión un indulto temporal en los pagos. Pero esa decisión afectó a los pandilleros rasos en Guatemala, donde algunos miembros necesitados de dinero supuestamente se fragmentaron en facciones disidentes con el fin de conservar las redes de extorsión, lo cual exacerbó las debilidades estructurales que han afectado al grupo por mucho tiempo.

Ese periodo de paz relativa se vino abajo cuando varios pandilleros de Barrio 18 y la MS13 sumaron 46 homicidios en una campaña sangrienta de tres días en noviembre de 2021. A ello le siguió la masacre indiscriminada de 92 personas en El Salvador, entre quienes cayeron vendedores, comerciantes y pasajeros de autobuses, en marzo de 2022 en un intento evidente por enviar un mensaje al gobierno.

La administración respondió con la campaña antipandillas más amplia de la historia del país, con la detención de decenas de miles de sospechosos de tener vínculos con las pandillas en el marco de un estado de excepción prolongado. Como resultado de ello, Barrio 18 perdió el control de las economías ilegales en muchos de los sectores del país donde había dominado hasta entonces.

La mandataria hondureña Xiomara Castro siguió el ejemplo de Bukele con la declaración del estado de excepción en noviembre de 2022 en respuesta al aumento de los casos de extorsión. Aunque el estado de excepción se ha prolongado, las detenciones han sido una fracción de lo visto en El Salvador. 

Liderazgo

La mayor jerarquía son los «palabreros» o «jefes», la mayoría de quienes se encuentran recluidos en el sistema carcelario. Ellos coordinan todas las actividades criminales. Un palabrero mantiene en un cuaderno registro de todas las finanzas, homicidios, drogas y armas. También hay palabreros por fuera del sistema penitenciario, a lo que también llaman «en la libre».

En El Salvador, cuatro de los más altos líderes de la facción de los Sureños, incluido Carlos Lechuga Mojica, alias «El Viejo Lin«, enviaron una grabación de audio a los miembros en las calles solicitando poner fin a los asesinatos que sacudieron al país en noviembre de 2021. Eso llevó a especular sobre una ruptura entre los palabreros presos y los que seguían en las calles.

Aunque muchos de los pandilleros de mayor rango ya estaban en prisión a comienzos de la campaña antipandillas de marzo de 2022, muchos de los líderes que quedaban en las calles terminaron presos o se vieron obligados a huir.

En Guatemala, las actividades son coordinadas por un grupo conocido como la «Rueda». Muchos de sus miembros, como el líder Aldo Dupie Ochoa Mejía, alias «El Lobo», están en prisión. De igual forma, los principales jefes de Barrio 18 en Honduras, como Nahum Medina, alias «Tacoma«, se encuentran presos.

En las calles, la mara se organiza en «canchas». Una cancha es una división territorial que no obedece necesariamente a delimitaciones municipales. Cada cancha comprende varias «tribus», las unidades más pequeñas de la organización de Barrio 18.

Finalmente, están los colaboradores, aquellos que no están muy metidos o que nunca serán pandilleros. Ellos ayudan a la pandilla con pequeños encargos, como acopio de inteligencia, y transporte y posesión de mercancías ilícitas.

Geografía

En Centroamérica, la pandilla opera principalmente en El Salvador, Guatemala y Honduras, pero es en Estados Unidos donde tiene la presencia más definida: un estimado de 30.000 a 50.000 miembros.

Muchos de sus miembros se encuentran en California, pero Barrio 18 también tiene presencia en otras ciudades al occidente, como Denver. Barrio 18 también tiene presencia en Italia desde mediados de la década del 2000, y en septiembre de 2016 el arresto de un presunto líder de la pandilla dio un indicio del deseo de la pandilla de ampliar su presencia en Europa. La policía española puso de relieve este riesgo cuando detuvieron a 15 hondureños en 2023, quienes según ellos querían instalar una clica del Barrio 18 en Barcelona.

Ha habido información de movimientos de pandilleros de Barrio 18 escapando de la campaña en El Salvador hacia el sur de México, donde han tratado de replicar sus economías criminales.

Aliados y enemigos

Barrio 18 es enemigo declarado de la MS13, y las divisiones internas del grupo periódicamente desatan la violencia. El Barrio 18 en El Salvador está dividido en dos facciones rivales, “Los revolucionarios” y “Los Sureños”.

El grupo tiene relación cercana con la Mafia Mexicana, y se sabe que tiene redes de colaboradores conformadas por abogados, taxistas y mecánicos. Sin embargo, su dependencia de la extorsión y su inclinación por la violencia los enfrentan con la comunidad local.

Perspectivas

Barrio 18 ha quedado muy debilitado en El Salvador tras la guerra oficial contra las pandillas y queda por ver si podrá adaptarse a la situación a largo plazo. Aun así, su presencia consolidada en otros países y su tendencia a la expansión indican que su existencia no se ve amenazada en otros lugares.

8 respuestas a “Barrio 18 (M18)”