Los votantes de México eligieron a un nuevo presidente que ha prometido limpiar un gobierno infestado de corrupción y alejar al país de una estrategia de militarización muy arraigada en la lucha contra el crimen organizado. Pero, ¿podrá su administración alcanzar estas loables metas?

El candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador, ampliamente conocido como “AMLO”, obtuvo 53 por ciento de los votos en las elecciones del 1 de julio en México —cerca de 30 por ciento por encima del candidato que quedó en segundo lugar, Ricardo Anaya, del Partido Acción Nacional (PAN).

En una muestra de fuerte rechazo a los fallidos intentos de la administración saliente por poner freno al crimen y la violencia, José Antonio Meade, candidato del partido de gobierno, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), logró menos de 20 por ciento de la votación.

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Aunque López Obrador ha propuesto un cambio en la política de seguridad, aún no es claro cómo se configurará su estrategia en un escenario caracterizado por niveles récord de violencia y un hampa cada vez más fragmentada.

A continuación presentamos tres preguntas sobre la política de seguridad de López Obrador antes de que tome posesión del cargo, en diciembre próximo.

¿Puede erradicar la corrupción?

A lo largo de su campaña y en su discurso de victoria, López Obrador recalcó la importancia de atacar la corrupción y la impunidad generalizadas.

De hecho, un estudio realizado en 2017 por la Universidad de las Américas Puebla clasificó a México como el país con los más altos índices de impunidad en Latinoamérica, y la corrupción política sistémica ha exacerbado el crimen y la violencia en todo el país.

Según Eric Olson, director del programa latinoamericano del Centro Woodrow Wilson, estos “profundos problemas institucionales” deben abordarse con “pasos claros y concretos”.

Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus iniciales en inglés), señaló a InSight Crime que López Obrador tendrá que “reconstruir por completo el sistema de justicia, porque en este momento se encuentra en una condición muy débil”.

Sin embargo, el intenso énfasis retórico de López Obrador  en estos temas aún no se ajusta a propuestas de política específicas que indiquen cómo tratarlos.

Varios expertos han apuntado a algunas posibles soluciones, como la implementación plena de una reforma legal promulgada en 2016 que establecía las bases para un organismo de veeduría ciudadana nombrado por el senado, y la creación de una procuraduría general verdaderamente autónoma.

La arrolladora victoria de López Obrador le da un fuerte mandato para promover propuestas como esas. Los primeros meses después de su posesión en diciembre serán una prueba crucial para saber si puede traducir el impulso político inicial en acciones concretas.

¿Puede abandonar la militarización?

Por más de una década, México ha seguido una estrategia militar frente al crimen que puede haber dejado el país peor que al comienzo de la “guerra”. Pese a advertencias repetidas de altos oficiales del ejército y de expertos independientes sobre las deficiencias de esta estrategia, el año pasado los legisladores avanzaron para legislar sobre la participación del ejército en la lucha contra el crimen organizado.

En contraposición con eso, López Obrador ha prometido retirar paulatinamente la militarización. Pero, una vez más, esta visión de cambio total carece de un plan coherente para su realización.

“Nadie cuestiona su deseo o su propósito de devolver al ejército a sus cuarteles, pero ha sido difícil poner en acción un plan de transición real”, dijo Olson a InSight Crime.

Olson añadió que no es raro que los candidatos presidenciales sean vagos sobre sus políticas en un inicio. Y es probable que López Obrador cuente con el apoyo político de otros candidatos de su partido político, el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), que lograron el control de varias gobernaciones importantes, así como del gobierno de Ciudad de México.

Pero,  de nuevo, no será fácil separarse de una estrategia tan profundamente arraigada, y requerirá un plan de acción detallado para reforzar las instituciones civiles para llenar los vacíos dejados por el ejército si debe retirarse de su actual función de lucha contra el crimen y cuándo hacerlo.

¿Puede enderezar las relaciones con Estados Unidos?

López Obrador ha expresado el deseo de trabajar con Estados Unidos en varios aspectos, incluida la seguridad. Y en un tuit en el que felicitaba a López Obrador por su victoria, el presidente estadounidense Donald Trump hizo eco de esa posición.

Sin embargo, el compromiso de López Obrador de sacar al ejército de la lucha contra el crimen, así como sus duras críticas hacia el susceptible Trump, plantea preguntas sobre si el presidente electo de México podrá componer las tambaleantes relaciones con el vecino país del norte.

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Vigil señaló a InSight Crime que las diferencias entre la retórica progresista de López Obrador y la perspectiva de Trump con su “Primero Estados Unidos” podrían intensificar, en lugar de minimizar, la tensión en la relación bilateral.

“Hay muchas fuerzas en México que consideran que el problema de la droga es un problema estadounidense. Han perdido 200.000 personas y los ha afectado muy negativamente”, observó Vigil.

Sin embargo, Jaime López, consultor de políticas de seguridad y exagente de policía mexicano, dijo a InSight Crime que es difícil predecir con exactitud cómo evolucionará la relación una vez López Obrador asuma el poder de manera efectiva.

“Pasarán meses antes de que él y sus colaboradores desarrollen una comprensión sobre los desafíos específicos que enfrentarán y los recursos con los que cuentan”, agregó López.