Tras la captura de algunos de los líderes más célebres del hampa, el crimen organizado en Honduras ha experimentado una metamorfosis que ha abierto la puerta a políticos ambiciosos y pandillas por igual.

InSight Crime rastreó esos cambios en una investigación a lo largo de dos años, que incluyó visitas a ocho departamentos limítrofes hondureños y culminó en un evento abierto al público en el que socializamos nuestros hallazgos.

A continuación, se presentan los tres principales puntos de la investigación de InSight Crime:

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Honduras es el epicentro de la cocaína en Centroamérica

Por lo menos 120 toneladas de cocaína pasaron por Honduras en 2019, según el Departamento de Estado estadounidense. Con base en esto y en nuestra investigación adicional, InSight Crime estima que la renta anual de la cocaína bien puede llegar a los cientos de millones de dólares, que compiten con lo que produce cualquier rubro exportador hondureño.

La mayor parte de la cocaína que ingresa a Honduras lo hace por vía aérea. La remota región selvática de La Mosquitia, en la costa que tiene Honduras sobre el Atlántico sirve de principal pista de aterrizaje para los narcovuelos suramericanos. Venezuela parece acrecentar su rol como punto de partida de esos vuelos. Las rutas terrestres que conectan la costa Atlántica con la frontera con Guatemala también se han restablecido.

El tráfico, sin embargo, ya no está controlado por los principales clanes narco de Honduras. Su desarticulación en los últimos años dejó la puerta abierta para que remanentes de estas y otras redes de menor tamaño —muchas de ellas con nexos políticos— entraran al negocio.

En los departamentos de Copán y Ocotepeque, en el occidente, en el pasado un fortín del notorio cartel de Los Valle, la creciente competencia entre grupos más pequeños ha traído consigo un repunte de la violencia y de asesinatos derivados del narcotráfico.

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Al parecer, los grupos traficantes en Honduras intentan diversificarse para incursionar en la producción de cocaína. Las autoridades hondureñas decomisaron 40.000 plantas de coca en 2019, un salto importante en comparación con las 5.000 destruidas en 2018. Las autoridades también han desmantelado campamentos improvisados para el procesamiento de cocaína.

Honduras parece encontrarse aún en las primeras etapas de la producción local de la droga. Eventualmente, un producto cultivado en casa seguirá siendo una empresa atractiva para los traficantes por la posibilidad de reducir costos y recortar las cadenas de suministro.

Cortés: crimen organizado en todas sus formas

La investigación de InSight Crime destacó el departamento de Cortés como epicentro del crimen organizado en todas sus formas.

El departamento se sitúa en la porosa frontera occidental de Honduras con Guatemala y alberga el principal puerto naviero del país, Puerto Cortés, y el centro financiero en San Pedro Sula.

En Cortés, las principales rutas de contrabando del país convergen con una variedad de otras economías ilícitas, como la extorsión, el lavado de dinero, el tráfico de migrantes y la explotación sexual.

El departamento también se encuentra en el centro de la actividad de las principales pandillas de Honduras. Las violentas MS13 y Barrio 18, que están atrincheradas en los barrios que rodean San Pedro Sula, por lo general manejan redes extorsivas, pero recientemente han pasado a operar también redes locales de narcotráfico y explotación sexual. En algunas zonas urbanas, la MS13 ahora domina la distribución local de marihuana y cobra renta a los expendedores que operan en sus territorios.

El matrimonio de la política con el crimen organizado

Los nexos entre el gobernante Partido Nacional de Honduras y el hampa del país se han acentuado bajo el mandato del actual presidente Juan Orlando Hernández, según una investigación de InSight Crime.

Los nexos del partido con el hampa son anteriores a la llegada del presidente, en 2014, pero varios miembros de la familia de Hernández —no solo a su hermano Tony, condenado por narcotráfico, sino también su hermana Hilda, ya fallecida— han mezclado la política con la delincuencia organizada.

Hilda Hernández, fallecida en 2017 en un accidente de helicóptero, creó una red de organizaciones no gubernamentales y empresas de papel mediante las cuales supuestamente desvió dineros del gobierno. Y en 2019, Juan Antonio «Tony» Hernández fue condenado por el tráfico de toneladas de narcóticos a Estados Unidos.

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En varios expedientes judiciales, los fiscales estadounidenses también han nombrado al presidente Hernández como coconspirador en la red de tráfico de cocaína de su hermano, pero el mandatario nunca ha enfrentado cargos formales, y en reiteradas oportunidades ha negado tener conexión alguna con el narcotráfico.

Los nexos criminales del Partido Nacional también llegan al nivel local en todo el país, incluidas asociaciones entre dirigentes del partido y narcotraficantes en la frontera occidental y la costa Atlántica.

En general, Honduras exhibe los más altos índices de infiltración criminal de las instituciones políticas de cualquier país centroamericano, según permiten inferir los hallazgos de InSight Crime.

A pesar de todo, Honduras ha figurado por mucho tiempo como sólido aliado regional de Estados Unidos en la guerra contra el narcotráfico en la región. La administración del expresidente Donald Trump lo trató de esa manera, pese a los repetidos señalamientos contra el presidente Hernández por parte de los fiscales estadounidenses. En años recientes, las ramas diplomática y de justicia en Estados Unidos parecen haber estado operando en planos distintos en lo que respecta a Honduras. La nueva administración del presidente Joe Biden deberá decidir si esa división ya no es sostenible.